Las dos medallas mundialistas del conjunto español de rítmica, sumadas al cuarto puesto en el concurso general y la séptima posición en la competición individual de Carolina Rodríguez suponen un resultado que, en condiciones normales, ya valdría para ser calificado como de éxito absoluto. En esta ocasión, además, las estrecheces que aquejan al deporte español han supuesto una dificultad añadida para las gimnastas que han sabido resolver a la perfección.
Las componentes del equipo nacional de gimnasia rítmica residen en el CAR de Madrid, en concentración permanente, y allí se entrenan en jornadas de siete a ocho horas diarias, de lunes a sábado salvo el jueves, que disfrutan de media jornada. En el tiempo que dejan los entrenamientos hay que encajar los estudios y, después, el tiempo libre. De esta modo, contando desde la cuarta plaza de los Juegos Olímpicos de Londres, las gimnastas han pasado más de dos mil horas de entrenamiento conjunto para volver a subirse a un podio.
Esas jornadas de entrenamiento, además, tuvieron dificultades añadidas durante un tiempo. Actualmente el equipo nacional ha solventado muchos problemas técnicos, pero durante algún tiempo tuvieron que prepararse con un material que ya tenía muchas horas de vuelo y que debían reparar artesanalmente para que siguiera funcionando: reforzando las pelotas para que no perdieran presión, o las mazas tras romperse cuando se caían. Afortunadamente, la situación se resolvió sin causar perjuicios.
Dos medallas más
En estas condiciones, España consiguió sus primeros éxitos en conjunto desde 1998. Primero fue un oro en el concurso general de la Copa del Mundo de Lisboa, en marzo, refrendado con un bronce en la prueba de San Petersburgo, en agosto.
Una semana antes de los Mundiales se produjo un último cambio en la composición del conjunto que provocó una cierta polémica, al entrar Elena López en el lugar de Marina Fernández. Apenas consumado el triunfo, Marina fue la primera en felicitar a sus compañeras en las redes sociales. "Somos un equipo", proclamó.
